miércoles, 14 de agosto de 2013

Ser hombre y la masculinidad consciente

La elusiva esencia de la identidad masculina

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En el prólogo al libro “Reconstruir la identidad masculina” de Daniel Gabarró, el sociólogo Óscar Guasch dice lo siguiente:

“A lo largo del siglo veinte, las mujeres, las personas de raza negra, los pueblos colonizados, los gais y las lesbianas han transformado la sociedad.... La pregunta que podemos hacernos es: ¿dónde estaba la mayoría de los hombres en aquellos momentos? ¿De qué tipo de cambios eran los protagonistas? Como hombres, ¿cuáles han sido las aportaciones al desarrollo y a la mejora  social?

La respuesta es: los hombres, al menos los blancos heterosexuales, no estábamos en ninguna parte porque nosotros éramos la norma y el punto de referencia y por ese motivo era innecesario hacer nada.
 

Esta estrategia de inmovilismo personal y colectivo ya está agotada: no sirve. El mundo ha cambiado tanto y tan rápidamente que los hombres, queramos o no, tenemos que espabilarnos.”

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Estoy plenamente de acuerdo con el último párrafo del texto,  también en el fondo del resto si bien considero que la forma en que se relata no contribuye a crear un contexto adecuado para lo pretendido; en este y siguientes artículos me gustaría matizar otros aspectos acerca de esta masculinidad consciente con la que algunos, más o menos acertadamente,  trabajamos. 

Desde la sociología, la antropología, la política, la economía y otras disciplinas se están procurando distintas aproximaciones a “qué es y significa ser hombre”; mi acercamiento es muy próximo a una visión psicológica sobre el descubrimiento de la verdadera identidad masculina, y utilizo expresamente las palabras descubrimiento e identidad, básicas desde mi sensibilidad; no excluyo las anteriores visiones, pero sí entiendo que el énfasis, tal y como están las cosas, debe recolocarse en una visión más íntima acerca del sentir del hombre actual.

Bien sea que la aparición de la humanidad se deba a alguna casualidad cósmica (una broma de mal gusto como a algunos les gusta decir), bien sea que exista dirección y significado en este “jaleo”  que estamos organizando en este  maravilloso planeta, lo cierto es que la humanidad evoluciona y no sólo nos adaptamos, sino que también pretendemos manejar y manipular la Naturaleza y la Vida, en esta interacción continua, el auto-descubrimiento es un proceso básico. 

¿Quién soy yo? es la pregunta que subyace a lo largo de la historia de la humanidad y resuena con el misterio de la propia identidad. La Identidad es el vértice desde el que se construyen otros niveles básicos de la experiencia vital.  Los valores y las creencias, las capacidades y las conductas se verán modificadas en función de la definición de nuestra identidad; del mismo modo interactuaremos en diferentes entornos o, incluso, impulsaremos modos distintos de relacionarnos con lo transpersonal y espiritual desde esa definición secreta pero no por ello menos presente, y es precisamente en virtud de la mayor o menor consciencia que tengamos de ella, que ejercerá una influencia más enriquecedora o más abrumadoramente velada.

Y de identidad masculina y femenina hablamos cuando hacemos las distinciones entre uno y otro género. Pero demos unos pasos atrás para partir de algo previo. Una distinción típica desde la que empezar,  es la diferenciación entre género y sexualidad. La sexualidad viene definida por los caracteres sexuales primarios (pene - vagina) desde la infancia y matizada por la aparición de los secundarios a partir de la adolescencia (cambios en el tono de voz, la disposición del vello, masa muscular,  grasa corporal, y el afianzamiento de los órganos sexuales y sus distintas respuestas fisiológicas).

El género es una construcción social que determina la expectativa, lo que se espera, de un hombre o mujer... y es en función de estas expectativas sociales desde las que se han construido y, posteriormente, impuesto exigencias y esperanzas... y muchos desaguisados. 
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Cierto es que el modelo patriarcal imperante en la sociedad, ha visibilizado una posición de privilegio del hombre sobre la mujer. Pero el poder más corrosivo es el invisible, aquel que ejerce una influencia secreta y, especialmente, cuando se disfraza de privilegio.

El sistema patriarcal se apoya en la idea del macho - poderoso en función de su fuerza; hay en esto algunas verdades físicas asociadas a los caracteres sexuales secundarios que no pueden obviarse. Tampoco creo  que sea esto reprobable (contrariamente al repudio manifiesto de algunos sectores tanto masculinos como femeninos); lo que sí es reprobable es el que esta cualidad de fortaleza y unilateralidad sea el factor determinante mediante el cual el poder se instale. Es obvio que en función de la supremacía de este valor, la mujer ha sido injustamente relegada a un segundo plano, pero tan aparente poder masculino se ha vuelto contra el hombre... aunque no lo parezca.

La masculinidad que dibuja el sistema patriarcal exige al hombre (expectativa de género) una constante exposición,  y yo diría que hasta exhibición,  de este tipo de fuerza unidireccional, una de las sombras de esta supremacía es la negación de la propia  vulnerabilidad, tanto ante la mujer ... como frente a los compañeros/hombres ante los que levantamos auténticos muros de competitividad y desconfianza, lo que desemboca en una incompetencia, cuando no auténtica castración emocional.

En el trabajo sobre la masculinidad que comparto con algunos compañeros,  procuramos observar el aspecto luminoso y matizado de este poder y fuerza unidireccional que de momento he definido muy someramente, negarlo es negar nuestra masculinidad inherente, reforzar sus aspectos luminosos, es construir canales de manifestación creativa. 

Examinaremos en sucesivos artículos diferentes cuestiones y  modalidades de trabajo, invito especialmente a los hombres que queráis aportar a hacerlo y, cómo no, a las compañeras/amigas que queráis enriquecer el diálogo con vuestras  aportaciones, siempre con la intención de sumar en vez de combatir.  Podéis aportar vuestras sugerencias o comentarios adicionales en el apartado al pie del blog.

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